Una bebida dietética

Parece una broma pero los últimos estudios de la Universidad de Harvard han demostrado que el vino, en pequeñas dosis, puede convertirse en un adelgazante propio de las mejores dietas. Un proyecto fundamentado en una muestra de 20.000 personas, consiguiendo demostrar que todas aquellas que toman unas dos copas al día tienen menos riesgo de padecer obesidad. Todo ello en un largo periodo de 13 años en el que se controló a fondo la relación de estos seres humanos con esta conocida bebida.

Sin olvidarnos de otro estudio de la Universidad de Oregon en el que se llegó a la conclusión de que su ingesta podría contribuir a la quema de grasas. Eso sí, para que todo este procedimiento tenga efecto, el vino debe ser un miembro más de una dieta equilibrada en la que la fruta representa un papel fundamental. Los científicos basaban su argumento en que esta bebida se muestra como el sustitutivo perfecto para los alimentos dulces que pueden antojarse a altas horas de la noche. Un caldo que puede saciarte enseguida pero que incluye un menor valor calorico que cualquier tipo de bollería envasada.