La viticultura y la producción de vino se originó, según parece, en Asia Menor, hoy Turquía. Los restos arqueológicos documentados de producción de vino más antiguos encontrados hasta la fecha datan del Neolítico, hace unos 8.000 años.
Por lo tanto, como ocurre en tales casos, la palabra debe proceder de alguna lengua de aquella zona, que no se sabe con exactitud.
Fuera de la familia indoeuropea, concretamente entre las lenguas semitas, está el árabe y etíope wain, el asirio īnu y el hebreo yàyin una forma protosemítica wainu.
El término está igualmente en las lenguas indoeuropeas de Asia Menor (hitita y luvita) y del Caúcaso (armenio).
La palabra, junto con la viticultura, viajó hacia el Mediterráneo occidental, y se encuentra en griego οἶνος, el albanés vēnë y el latín vinum (de donde viene el castellano vino).
Del latín pasó al celta (irlandés antiguo, fin; galo, gwin), al germánico (idioma gótico, wein; alemán, Wein; inglés, wine) y al eslavo (eslavo antiguo y ruso, vino), y del eslavo pasó al lituano výnas.
Poderes afrodisíacos del vino
Otra teoría considera que la raíz se encuentra próxima a la palabra sánscrita vana (amor), que también dio origen a las palabras Venus y Venera. Tal relación semántica estaría dada por la antigua creencia en los poderes afrodisíacos del vino.