1. Los tintos mejoran con el tiempo, y los blancos mejor del año.
¡Falso! Hay vinos tintos que se elaboran para ser consumidos de manera casi inmediata, manteniendo su frescor y sus características. Del mismo modo, algunos blancos, por el tipo de uva o por la forma de elaborarlos, ganan mucho cuando tienen crianza, alcanzando así toda su complejidad.
2. Desconfía de los vinos con tapón de rosca.
¡Falso de nuevo!. El corcho puede ser mejor para vinos que vayan a tener una larga evolución en botella, pues permite una cierta oxigenación, pero también puede infectar el vino con la llamada enfermedad del corcho o TCA.
Al final es algo cultural, ya que en Estados Unidos y en bastantes países de Europa muchos de los vinos de mayor calidad se embotellan con rosca, que no permite que entre oxígeno, pero tampoco hay riesgo de que el caldo se estropee.
3. El tinto a temperatura ambiente y el cava muy frío.
La expresión “temperatura ambiente” tiene su origen en los castillos franceses, cuando, hace siglos, las temperaturas eran mucho más frías y no existía la calefacción. En la actualidad, la temperatura ambiente de cualquier casa puede rondar los 22º, inadmisible para un vino, que debe servirse entre los 14º y los 16º. Con respecto a los espumosos, deben disfrutarse entre los 5º y los 8º, por debajo de este punto, sus aromas se pierden debido al frío
4. Blanco para el pescado y tinto para la carne.
¡Error! Existen demasiados tipos de pescado y de carne como para poder generalizar. Además, en un buen maridaje intervienen muchísimos elementos, como: intensidad de sabor, tacto, cocción, salsas, etc. ¿Alguien diría que no a un blanco con pollo en salsa o a un tinto suave con un buen atún?